Conoce los combustibles que reducirán el impacto medioambiental

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impacto ambiental

Los combustibles tradicionales tienen un gran impacto medioambiental. Todos tenemos en la mente ese mantra de que “los coches contaminan”, aunque hay mucho más detrás de esa frase. Ya no solo supone un problema para la naturaleza, sino que también provoca muchas enfermedades y afecciones sobre la salud humana. Hoy queremos hablar de cómo estos combustibles fósiles afectan al planeta y cuáles son sus alternativas. Aunque estas tecnologías aún no están en el mercado o son muy caras, no hay nada como un vehículo de renting para poder acceder a ellas cuando todo esté preparado.

El impacto medioambiental de los combustibles fósiles

Como hemos dicho, hay un grave problema medioambiental por el uso indiscriminado de combustibles. Pero no solo debido a los automóviles. Desde el proceso de extracción del gasoil y la gasolina ya se producen importantes emisiones, que no hacen más que empeorar a lo largo de su manipulación y tras su utilización en vehículos. Si hablamos de los primeros procesos de toda la producción de estos combustibles (conocido como “aguas arriba”), estamos ante diferentes impactos producidos por los consumos de energía y materias primas. Además, la alteración del entorno debido a las extracciones petrolíferas, la expulsión de gases contaminantes de combustión y el posterior transporte tienen un gran impacto medioambiental. Cuando hablamos del uso de esos combustibles (“aguas abajo”), los principales riesgos son la emisión de gases y las partículas en suspensión contaminantes. Esto provoca una acumulación de gases de efecto invernadero, un deterioro del patrimonio natural e histórico por las partículas y la lluvia acidificada, o una reducción en el rendimiento de las cosechas. Pero no solo hablamos de impacto medioambiental, sino que los seres humanos también sufrimos problemas derivados del uso de estos combustibles fósiles. Desde la irritación pulmonar y la dificultad para respirar hasta posibles disfunciones cerebrales debido a altas exposiciones, las consecuencias pueden ser muy graves. Por ello, hay que tomar cuanto antes una decisión a nivel global que cambie el paradigma actual de movilidad.

2 combustibles alternativos para el futuro

Más allá de la actual hibridación o electrificación del parque móvil de todo el mundo, poco a poco se van perfeccionando los modelos que utilizan combustibles limpios para propulsar los motores. Se trata del hidrógeno y el metanol, que tienen un impacto medioambiental prácticamente nulo.

Hidrógeno (H2)

Lleva sonando ya varios años como el combustible del futuro, aunque no terminan de aparecer los mejores modelos. Ya sea por desinterés de la industria o por no encontrar una manera factible de llevarlo a cabo, todavía resulta difícil acceder a coches con este método. En sus inicios fue concebido como una forma de propulsar cohetes espaciales, aunque ahora las pilas de este combustible tienen un potencial mucho mayor. Su funcionamiento se lleva a cabo por una reacción química entre el hidrógeno y el oxígeno en el interior de las pilas, por lo que supone un menor impacto medioambiental que los combustibles fósiles. Existen proyectos tecnológicos y comerciales, como el Hydrogen Mobility Europe (H2ME), que busca crear una red de repostaje por toda Europa para este combustible. Además, promueve su investigación para demostrar la viabilidad absoluta de los vehículos propulsados por hidrógenos, con una baja contaminación.

Metanol (CH4O)

Seguro que ya conocías el hidrógeno, pero puede que no hayas escuchado hablar antes de los combustibles de metanol. En la búsqueda de un modelo más limpio de movilidad, el fabricante Karma ha abierto una línea de investigación para desarrollar una pila a base de metanol, cuyo impacto medioambiental sería todavía más reducido que el hidrógeno, por varias razones. El metanol es un combustible muy sencillo de obtener, partiendo del hidrógeno como vector principal. Al ser un alcohol simple, su procesado puede llevarse a cabo a través de fuentes de energías renovables, por lo que su huella de carbono y su impacto ambiental serían neutrales. Además, su transporte y almacenamiento es mucho menos peligroso que el hidrógeno, y su distribución es muy similar a los combustibles actuales. Por lo tanto, solo habría que acondicionar las infraestructuras para este nuevo modelo, sin necesidad de crear una red nueva. Esto supondría un ahorro en los costes de su implementación y en el impacto medioambiental generado por estas construcciones.