Ley de Cambio Climático: ¿afectará la elección de coches?

5
min
cambio climático
En un contexto complicado y adverso como el que estamos viviendo, el cambio climático sigue todavía ahí. El Gobierno ya está manos a la obra con la fecha donde, en teoría, se pretende poner fin a la comercialización del diésel y gasolina, el año 2040. Para ello hay una serie de medidas y leyes que remarán en esa dirección de cara a la protección y salvaguarda del medioambiente, la naturaleza y el cuidado del planeta.  La Ley de cambio climático y transición energética ha fijado un plazo estimado para ir reconduciendo o guiando las compras de coches hacia el sistema eléctrico, ofreciendo ventajas económicas para decantarse, llegado el momento, por la adquisición de un vehículo que se recargue de ese modo. Dicho plan sitúa en 2050 la deseada neutralidad climática. Para deshacerse de los combustibles derivados del petróleo y reducir la emisiones de efecto invernadero producidos por el parque automovilístico es necesario ir cumpliendo, una serie de pautas alcanzables de aquí a 10 años.  Como la reducción de gases tóxicos en un 23% con respecto a las cifras establecidas en 1990, establecer un sistema eléctrico cualificado para soportar ese uso futuro y conseguir subir en un 22% el consumo de energías renovables.  Dichas metas también son positivas desde el punto de vista laboral ya que según lo expuesto en la Ley de cambio climático el empleo aumentará cuantiosamente 

Aspectos alcanzables en 2050 con la Ley del cambio climático

De cara a esa fecha, serán, por ejemplo, que los municipios con un número determinado de habitantes incluyan planes de movilidad sostenible con la idea de ir aproximándose a las pautas fijadas. Las gasolineras, a su vez, deberán adaptarse y ofrecer la posibilidad de recargar vehículos eléctricos, potenciando el desarrollo de las instalaciones de estos puntos tanto en los garajes de viviendas como en otros lugares.  Además, el Gobierno abre otras vías con respecto al uso de los combustibles ecológicos, de cara al transporte público, sobre todo en los autobuses interurbanos o, incluso, para su uso adecuado en los trenes de largo recorrido destinados al almacenaje y transporte de productos.  Con esto es muy probable que el uso y la elección a la hora de adquirir un nuevo vehículo estén bastante condicionadas de cara a este plan energético, donde uno de los factores que más emisiones de gases nocivos vierten al ozono son los vehículos basados en combustible fósil.  La Ley de cambio climático conlleva varios epígrafes donde se centra en cómo ir adaptándonos de cara a las medidas preventivas y cotidianas, por ejemplo: aprobar de cinco en cinco años informes sobre los riesgos medioambientales. Limita también en parte los negocios hidroeléctricos, regulando, a su vez, incluso zonas marítimas. Asimismo, estas medidas enfatizarán los planes de rehabilitación de espacios sensibles. No solo el sector automovilístico se verá inmerso de lleno en este proceso, también empresas energéticas o de recursos naturales deberán ir paulatinamente adaptándose a estas nuevas medidas registradas en el plan de cambio climático. Para que, en un futuro próximo, poder equilibrar un poco la balanza con respecto a los recursos que lleva brindando el planeta durante siglos y que el efecto invernadero, entre otros, está truncando. También, el Gobierno pondrá en marcha una asamblea ciudadana para tratar y ver cómo hacer frente a este apartado.  Otras medidas actuales, como convertir las autovías de la península en carreteras de pago, son principios que podrían ir también en ese sentido, secundariamente de la determinación recaudatoria. Puesto que el fin último es intentar reducir, en la medida de lo posible, el uso de los vehículos.